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¿Qué es lo que importa?

por Silvia Duschatzky

Leo un texto de Didi Huberman; “Cuando las imágenes toman posición”1Didi-Huberman, G. Cuando las imágenes toman posición. A Machado Libros. Madrid 2013. Uno de los apartados se titula Pedagogía. Me sorprende, a pesar de las distancias epocales, la proximidad de una inquietud.

Corría la década del 40 del siglo pasado. El ejército alemán arrasaba Europa, y Bertolt Brecht se preguntaba a quién podría servirle la pedagogía en tiempos de guerra. ¿Acaso no es irrisorio aprender historia en el momento en que la urgencia invade las mentes, en que el futuro está comprometido, en que el hambre atenaza los cuerpos? Bertolt Brecht no parece querer una respuesta que confirme la necedad de insistir en la educación o en su virtuosismo por encima de las temporalidades que atraviesan las vidas. Más bien habría un desafío en cazar los restos que podrían horadar circunstancias desoladoras. Que en circunstancias catastróficas se apueste por la educación no implica necesariamente una celebración per se del conocimiento (aunque no podemos soslayar el peso que la ilustración cobraba entonces) sino la necesidad de confiar, de apostar -sin razón- a la fisura de tiempos aciagos.

Mi hijo pequeño me pregunta ¿tengo que aprender matemática? ¿Para qué? quisiera contestarle. De que dos pedazos de pan son más que uno ya te darás cuenta.

Mi hijo pequeño me pregunta ¿tengo que aprender francés? ¿Para qué? quisiera contestarle. Esa nación se hunde. Señálate la boca y la tripa con la mano. Que ya te entenderán

Mi hijo pequeño me pregunta ¿tengo que aprender historia? ¿Para qué? quisiera contestarle. Aprende a esconder la cabeza en la tierra y acaso te salves.

¡Sí, aprende matemáticas!, le digo, ¡aprende francés, aprende historia!

reflejo

Vayamos despacio. Ante todo, mi hijo me pregunta y de nuevo mi hijo me pregunta. ¿Cómo soslayar este gesto de interrupción? Hay un padre que se detiene ante la pregunta del hijo. Destaco no sólo la pregunta, sino la escucha de una voz. No sólo su enunciado, sino el gesto de alojar la presencia de quien encarna la pregunta. Y al alojarla, lejos de un mero gesto receptivo, adentrarse en la propia conmoción involuntaria. Lacan es elocuente al respecto. En el principio no está el origen, está el lugar, el lugar que hayamos ofrecido para algún otro. ¿Será que la relación con otrxs, siempre terreno de perturbación y oxígeno a la vez, es el principio de todo?

Brecht es categórico, imperativo, diría, y elude cualquier explicación y argumento. Aprende (porque sí). Una suerte de elogio a la inutilidad, una afirmación de la existencia más allá del cálculo especulativo. Forzando en algún grado a Brecht, o haciéndole decir lo que conviene a nuestras elucubraciones, podríamos sostener que la afirmación contundente pone en las antípodas la guerra como determinación con la indeterminación del aprender. La guerra contiene en su ADN la ineludible destrucción, mientras el aprender ocurre desprevenidamente, a pesar de tanto artificio en pos de su direccionalidad. Una suerte de nacimiento; una fuerza pujando y descalabrando resabios, que cuando acontece irrumpe la sorpresa.

Decíamos…aprende (porque sí). Lo que en términos de Whitehead2Stengers, I. Pensar con Whitehead.Cactus. Buenos Aires 2020 puede pensarse en el terreno de la confianza impersonal, un ímpetu que se obliga a pensar allí donde la lucidez podría llevar, muy plausiblemente, a la conclusión de que las cosas no tienen salida, de que los hechos impiden toda línea de fuga respecto de una catástrofe aconteciendo o anunciada.

No se trata de una confianza divina, sino de un trabajo que bucea en posibilidades concretas de visualizar nuevos existentes. Algo que para Whitehead sólo es efectuable si sacudimos el cielo y la tierra de nuestros hábitos.

animal

A pesar de las distancias (1940- 2022), la pregunta que formula Bertolt Brecht bien puede ser la nuestra. Es la pregunta que emerge cuando el suelo que pisamos se vuelve pantanoso, cuando el Sentido se descalabra y las urgencias le ganan a las proyecciones en el tiempo. El para qué suele ser un atajo. Teñido por una meta, una luz al final del camino, nos quita de la relación atenta a devenires incontrolados. Al mismo tiempo, si se formula es porque algo que nos constituía se desdibuja, se debilita en el medio de una existencia que nos toma en su mera actualidad. En las circunstancias que empujan a Brecht a preguntarse por el sentido de la educación, el peso de la transmisión entre generaciones resultaba inequívoco; la guerra asechaba, y paradójicamente la confianza en el progreso ilimitado y en la lucha emancipatoria crecía envuelta de una épica que armaba subjetividades férreas.

Los ecos de un iluminismo que edificó una idea de supremacía del humano sostenida en el poder omnímodo de la racionalidad en pos de un proyecto civilizatorio, no sólo se ha resquebrajado, sino que ha sido sustituido por otro “Dios”; el mercado. Ya no habría “comunidad” moral, sino seres devenidos mercancía conectados en pos de la supervivencia y un ideal de éxito individualizante.

Me propongo el ejercicio de bosquejar otro final al diálogo entre el pensador alemán y su hijo. Borroneo…Sólo se me ocurre decir…contacto, proximidad, otrxs cuerpos, y entonces la escuela, en su sola existencia, perforaría un estado de solipsismo actual tornando problema el asunto de la proximidad real. Tal vez convenga virar la pregunta, no para qué tal o cual cosa sino cómo con esa cosa; cómo con lxs otrxs, cómo con los campos de problemas en sus distintos modos de expresión. Entonces no es la matemática, la historia o la lengua, sino cómo asomarse ahí, qué extraerle, qué le hace al espíritu problematizante, cómo bucear en sus zonas opacas, esas que nos despiertan y hacen al deslizamiento de los enigmas.

Probablemente no se trate de ofrecer universos de saber, sino de problemas y perspectivas. Pesquisar obstáculos, tantear surcos, inagotar las cosas.

Silvia Duschatzky
Agosto 2022

Probablemente no se trate de ofrecer universos de saber, sino de problemas y perspectivas. Pesquisar obstáculos, tantear surcos, inagotar las cosas.
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