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El presente y el campo magnetico

Algunas de sus implicancias practicas

por Mariana Obersztern

(Mariana apoya sobre la mesita unas hojas y lee unas palabras que allí tiene escritas)1A partir de un texto de apertura del Seminario “El campo magnético”. Museo Nacional de Bellas Artes – Sala Prisma, agosto 2022..

El presente y el campo magnético
Algunas de sus implicancias prácticas

Hay un tiempo al lado del tiempo, uno incontable, sugestivo, melindroso, untuoso. Es como una ruta paralela, que corre cerca del tic tac pero no se mezcla con él. Es parecido al sopor que reina en un baño turco. Un tiempo que no es un carril sino una sustancia, que eventualmente se infiltra en la piel y también en los pensamientos. Una especie de pantano tóxico. Entonces, más que tiempo es un espacio, pues es posible “estar” en él, apoltronarse ahí y regodearse opiparamente en su abundante cualidad narcótica. Me gusta pastar allí, no sé si acaso no será eso a lo que llamo actuación.

Caídos (o intentando hacer caer) los cimientos de la imperial columna vertebral del teatro

Caídos, o intentando hacer caer los cimientos de la imperial columna vertebral del teatro, es decir, la idea rectora de argumento como ama y señora del hecho teatral, los modos de abordarlo se ven influenciados por esa prescindencia. Deshacerse de esos contornos esquemáticos, previsibles y tantas veces solemnes es realmente un alivio. Pero al mismo tiempo se plantea el interrogante de cómo direccionarse en él, hacia él, hacia el hecho escénico sin la orilla redentora de aquella noción principio, nudo y desenlace, ya que fuera de allí las referencias se tornan inevitablemente más inexactas. No hay notas fijas. Todo se parece al mango de un violoncello: no posee trastes.

Las notas, entonces, deben ser producidas en un espacio sin marcas; o, peor aún, pues si bien el violoncello prescinde de aquellas marcas, postula un lugar exacto al que los dedos deberían dirigirse para configurar sus perfectas notas y acordes.

En el escenario no hay notas. En el escenario no hay notas a priori, no existen el bien y el mal, a priori. O, no deberían existir, ya que todo se trata de una relación entre cosas. El teatro es necesariamente una sinergia, una confluencia de asuntos. Una acupuntura. Un campo magnético.

Recalo sobre ese remanido concepto -principio, nudo, desenlace-, y pienso en él como en una instituida e incuestionada ruta central e imperial. Entonces, frenarlo podría ser resistir. Frenar el argumento: “No voy a entrar allí, me quedo aquí, husmeando en la materia, socavando el poro, rumeando en los rumores de la materia”.

El teatro como resultado de la fricción entre los elementos que lo constituyen. Esta afirmación medianamente tautológica, me sume desde siempre en una clandestina y persistente fe.

Soy una traicionera

Estoy en el teatro, pero de algún modo soy al mismo tiempo una desertora, una desleal, una perteneciente al batallón enemigo. No hay modo en que no tire a matar a ciertas palabras que insisten en aparecer una y otra vez: actuar, conflicto, personaje. Pero entonces ¿para qué estoy allí, en el teatro?

Es que me gusta mucho ese cuadrado.

(Mariana señala un lugar en la sala):

…Ese.

O rectángulo, o gota de nieve, o espiral, o la forma que tenga. Es como un campo magnético. Así le llamo, campo magnético. Es con ese nombre con el que me refiero a él en las clases. Ya que es allí donde tantas veces uno le pone palabras a las cosas, en las clases.

21 de mayo de 2011

Ó, podría ser 16 de octubre, o cualquier otra fecha de cualquier otro año. No comprendo de qué hablan mis colegas cuando intercambian con elocuencia sobre sus experiencias teatrales de este modo: “Mi personaje quiere…blá blá”; “Ella vuelve después de mucho tiempo y al llegar se encuentra con que sus parientes…blá blá”; “El sabe que ella lo engaña pero…blá blá”. Soy incapaz de pensar en el teatro así. Mi misión: tratar de convertir al teatro en un asunto de espacio, tiempo y sustancia.

Es evidente que soy el enemigo, pues lo que deseo es librar al teatro de todo aquello que los que lo hacen, se deleitan y enorgullecen de tener: ese frondoso caudal de historias que los personajes hacen ocurrir.

Manifiesto fugaz

El teatro cree de sí mismo que todo se trata de temas. Pues sí, se trata de temas también, …pero no sólo de eso.

El teatro debería luchar por sus derechos. ¿Por qué entregar con tanta facilidad a las otras artes la potestad sobre el pulso, el peso, la tonicidad?

El teatro debería abstenerse de pensar que la escena tiene siempre que consumarse. Y cerrar, como un paquete con un moño.

El teatro no debería prescindir de las aristas, ni de las texturas, ni de las temperaturas.

El teatro no debería volverse excesivamente utilitario, autodisponerse sólo para decir cosas importantes y descartar los filos de las palabras como si fueran carozos.

Aunque, finalmente ¿qué es el teatro?

trasluz

Huir o no huir

Entonces, una posible maniobra sobre el tiempo es retenerlo, degustarlo. No dejar a las cosas avanzar maníacamente hacia adelante en las ansiosas manos del argumento, que pareciera siempre querer avanzar. Pienso, que muchas veces cuando las cosas bregan por adelantarse, lo que hacen en realidad es huir. Sí, es posible huir hacia adelante.

Tiende a considerarse que siempre la acción está en el irse, hacerle al personaje dar un portazo o llevarlo a otro país para que le sucedan cosas. ¿Y si los verdaderamente curiosos fueran aquellos que permanecen encaprichados en un lugar? …buscando allí las cosas mas hondas y fecundas? Seguramente tampoco ha de ser siempre así, es claro que hay veces en que es necesario dar un buen portazo. Pero, se escribe tanto sobre el viajante; el viajante como “aquél que busca la aventura”, siendo que también hay cosas que sólo suceden cuando uno no se traslada.

Le sería posible al argumento, en su ansioso obrar, agarrarnos de un brazo y sacarnos de allí, del lugar de los hechos. Y resultar entonces una mera válvula de escape, un artilugio para sustraernos del terreno, como lo haría un ramal de algún tren suburbano.

Muchas veces me escucho decir en las clases cosas como ésta: “…Frená y buscá ahí, …las cosas no están lejos, más allá, …el futuro es una acumulación de presente.”

Teatro tántrico

El teatro tiende a resultar, a definir, a consumar, a llegar a buen puerto. Pues, en estos encuentros vamos a seguir otro camino; uno sin destino exacto. Una especie de rifa del tiempo. Un devaneo flaneur, que se regodea con sus propios artilugios, que se preocupa por seguir aturdido y excitado en lugar de cerrar y conquistar.

ladrando
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