La risa y la escuela

De dónde vas a aprender qué es una granada, si nunca fuiste a la guerra
por Luisa Gómez1Acassuso, de Rafael Spregelburd

Suena el timbre. Voy a sala de profesores. Empieza el peregrinaje. La rapidez con la que se sale al recreo es inversamente proporcional al compromiso y dedicación a la tarea docente: la directora es la primera en llegar siempre.

Todos buscan una silla: una para sentarse, otra para la cartera de ecocuero o la bolsa ecológica con apuntes. Fila en la cafetera. Tránsito lento en el frasco de galletas. Yo no como nada porque las cosas del colegio son feas, nunca digo nada porque me van a decir que soy mala.

No me hablen, por favor. Se arma el gallinero. Habla la de Cívica que es joven pero tiene un vozarrón que te deja sordo. Silencio todos.
—¡Ay cómo están los chicos hoy! Recién en la parada del colectivo había un grupito de chicas que venían de bailar parece… La pollera hasta acá. Ahora son todas trolitas y ¡desde temprano! ¡Si fuera mi hija, sabés cómo la fajo!

Yo abro los ojos pero no me extraña, la de Cívica es re sargentona, larga sentencias todo el tiempo. Nadie se sorprende por el comentario, no lo encuentran ofensivo, ni ordinario, ni fuera de lugar. A los otros profes les cae re bien “Yani, la profesora de Cívica”.
Otra profesora, la de Geografía, íntima de Yani, le hace la segunda en el aquelarre:
—Y ahora es así viste, están todo el día con el celular, el chat. Saben todo, son re vivos. Te pasan por arriba.

Los miro a todos (directora, rector, los profesores y asesora pedagógica), para mí es como un zoológico del team Yani: a nadie le jode que alguien se desborde con este tipo de comentarios que no tienen nada que ver. Yo en estas mesas abiertas no hablo, tengo terror de que me digan algo, que sos muy mala, que muy buena, que no es tan así. Me quedo pensando en cómo será la vida de Yani que habla así de otra mujer, ¿tendrá problemas Yani? ¿Se llevará mal con los hombres, Yani? Ella sigue:
—Sí, viste el grupo de 2° ‘B’, esas chicas ya eran terribles el año pasado, ¡ahora no te cuento! Están bastante trolitas con los compañeros. ¡Se les tiran EN-CIMA a los pobres chicos!

La mesa sonríe. Pienso cosas, no digo nada. La de Geografía amiga de Yani, que es grande y es madre y siempre nos habla de su hija agrega:
—Mi hija recién empezó a ir a bailar a los 17. Yo no la dejaba antes. Y el padre la iba a buscar.

La profesora de geografía ejemplifica todas las anécdotas con su vida. La profesora de geografía fue joven cuando todavía no había internet, hay cosas que no sabe pero bueno… Alguien me pregunta algo, yo contesto todo que sí, que sí, que muy bien, que qué bueno, así no piensan que me quejo o que soy mala onda.

—A los 14 a veces saben más de sexo que de matemáticas —dice Yani.
—Yo me di cuenta de que el pito servía para otras cosas además de para hacer pis de grande.—dice la profesora de Biología—. ¿De dónde vas a aprender qué es una granada, si nunca fuiste a la guerra?

La profesora de Biología tiene las uñas largas como gitana y el corte a lo garçon, como dice mi abuelo. Le queda feo igual.

—Si no hablás, ya te dicen ‘retrógrada’; si hablás, ya sos ‘liberal’ —larga otra profesora— Hay que poner límites también a la hora de hablar de sexo, fijar una línea o es todo tabú o sos liberal.

La profesora de contabilidad es afín a los directivos, porque ella misma es directivo en un turno y profesor, en otro acota:
—Hay que avisar igual antes a los padres de hablar estos temas en la escuela, para que el chico no vaya a la casa a decir ‘en la escuela dicen pene’…

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Notas   [ + ]

1. Acassuso, de Rafael Spregelburd