por Libertad Fructuoso

Y un poeta responde sin dudarlo que es un poeta, un gran poeta. Un lingüista dice que es un fulano. Internet, que es traductor y no solo eso, un traductólogo de alto calibre. Agrega: su teoría del ritmo es sobresaliente. De la generación de los posestructuralistas, descendiente de los analistas del discurso de los 70, dice un profesor, “todos terminaron mal”: Pecheux se tiró al Sena, Barthes se dejó arrollar por un colectivo y no quiso atenderse en un hospital, Althusser ahorcó a su mujer y terminó en un neuropsiquiátrico. A diferencia de sus colegas, Meschonnic no tuvo ni un final tan desgraciado, ni tampoco fue tan reconocido; sin embargo su carrera tripartita (como traductor, poeta y lingüistca) fue prolífica y autodidacta.

En 1962, estalla la Guerra de Independencia de Argelia y Meschonnic fue como soldado. Llevó la biblia en la mochila, se enseñó a sí mismo hebreo antiguo y tradujo capítulos de esta lengua semítica. Publicaba por esos días sus Poemas de Argelia en la revista Europa. Puede que su pretensión pedagógico-emancipadora venga de la mano de una tradición autodidacta.

La Guerra de Argelia ofició del escenario donde inició su poesía, el aprendizaje del hebreo y la traducción de la Biblia. Argelia fue el último país del Magreb en independizarse, en dejar de ser colonia europea y, lingüísticamente pasaba algo fuera de lo normal: en las calles de Orán se oía más español que francés. El historiador argelino Bejamín Stora señala que con sus 257 mil habitantes censados en 1950, Orán fue la única ciudad en la que los europeos eran más numerosos que los argelinos. Dos tercios eran originarios de la península Ibérica, y una cuarta parte conservaba la nacionalidad española; los exiliados de Franco miraban con simpatía la rebelión anticolonialista.

¿Qué lo llevó a leer la biblia en semejante batahola? Su traductor argentino, Hugo Savino explica que para el autor, “la Biblia no es un origen, es un funcionamiento: un atravesamiento de siglos de cristianización acumulados sobre la Biblia. Y es también un libro que atraviesa la historia del poema y de la traducción”. Tradujo textos bíblicos para comprender la relación entre lo divino y el lenguaje. Según él, no tienen “verso ni prosa pero sí una supremacía generalizada del ritmo”. Un traductor emancipado, podríamos bautizarlo, en términos rancièrianos.

Su carrera como lingüista comienza unos años después en la Universidad de Lille, adonde permanece hasta el año del Mayo Francés. Después crea junto a Chatelet, Deleuze, Lyotard, Foucault y Badiou, el centro universitario experimental de Vincent. Alguien podría preguntar por qué no resuena tanto su nombre como los de sus colegas, alguien podría argüir que no le perdonaron ser antisartreano. Sólo unos pocos podrán aún decir qué significaba en ese entonces salir a las calles y conmoverse por la multitud enardecida de jóvenes que escribían en las paredes: prohibido prohibir, la imaginación al poder, seamos realistas pidamos lo imposible, la emancipación será o no será. Meschonnic le contesta al mayo francés “La cultura de la nostalgia ya no es más que una nostalgia de la cultura”: “en el 68 se jugaba a 1830 o a 1848, a la comuna de París o a Octubre del 17”.

Si polaco, si ruso, por la doble n en su apellido, su terminación en “nic”: algunas fuentes ponen en duda su origen. Su look a lo Larry Fine, también puede evocar una mezcla de parecidos: entre un Albert Einstein y un Ricardo Piglia. Nació en París en 1924, de padres judíos-rusos venidos de Besarabia, una zona de centro-europa cercana a Rumania. Francés sin duda, devoto de Benveniste, de un enfoque historiográfico para la lingüística, con cierto apego a la antropología. ¿Acaso, no podemos ver un espíritu afrancesado en el gesto de preconizar la antropología desde un país colonialista como lo fue Francia, teniendo en cuenta además que Meschonnic vivió la Guerra de Argelia de cerca? Dicho de otro modo, de no haber sido francés, ¿le costaría despegarse de los padres de la semiología y de la antropología, ambas disciplinas que nacen con pesos pesados con su mismo pasaporte como Levis Strauss y Saussure?
Poco ortodoxo en formulaciones respecto de cómo debe ser la teoría del lenguaje que se enseña, podrían pensar los lingüistas que lo leen. Su teoría del ritmo y su impronta política, sin embargo, hacen dejarle pasar lo anterior. Trabajó incansablemente para salirse de ideas en torno a lo contemporáneo y a conformismos. “Vivimos en un calendario. Tenemos nuestros propios aniversarios. Íntimos, ínfimos. Los que más cuentan subjetivamente. Los de nuestra propia vida. Y las fiestas. Navidad Pascuas Navidad Pascuas(…) e incluso comercializada, politizada, el día de la Madre, trabajo, familia patria(…) Un tiempo de la imitación y no de la imitación. Del pasado que es presente, pero no presente (…) ´la industria de la conmemoración´”(Para salir de lo posmoderno, 2017).

Como poeta fue premiado: recibió en Estrasburgo en 2005 el premio de literatura francófona Jean Art para el conjunto de su obra, fue laureado con el premio internacional de poesía en Saint Malo y miembro de la academia Malarmé desde 1987. Presidente del Centro Nacional de las Letras y del Libro desde 1993. Dejó sus archivos con versos como: “vemos la vida no con/los ojos solamente/vemos la vida/con todo/el cuerpo tenemos/ojos en todas partes sin saber/la vemos en todos los sentidos/la zancamos la juvenecemos/aliento cortado el corazón en/la cabeza/vemos la vida/al revés”. Según él, su trayecto empieza con la poesía: “Yo escribo poemas, y ello me hace reflexionar sobre el lenguaje. Como poeta, no como lingüista. Lo que sé y lo que busco se mezclan”.

El poema es “la transformación de una forma de vida en una forma de lenguaje y de una forma de lenguaje en una forma de vida, comparte con la reflexión el mismo desconocimiento, el mismo riesgo y el mismo placer, la misma burla a las ideas recibidas de los contemporáneos”. Es por ello (dice) que no escribe ni para agradar, ni para desagradar, sino para vivir y transformar la vida.

Vivió tres cuartos de siglo y murió de leucemia en 2009. Inhumado en el mítico cementerio parisino Pére-Lachaise, yace junto a Oscar Wilde, Balzac y Marcel Proust. Su última publicación fue “Para salir de lo posmoderno” donde propone ser extranjero en el país, en la cultura, en el lugar, pero sobre todo: extranjero en el tiempo.

Pensamientos sobre “Alguien pregunta ¿quién es Meschonnic?6 min read

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