por VQO y cursantes del encuentro presencial

A continuación presentamos unos fragmentos de los diálogos que se abren en el Encuentro Presencial del Curso. Un momento de intercambio, un ida y vuelta intenso donde se piensa y reescribe aquello que se trabaja en las clases y espacios virtuales de intercambio. Se agregan capas al curso– porque el mismo no deviene en una estructura congelada y definida – sino que se sigue armando y tensionando en estos encuentros dejándonos una pila de preguntas para masticar y hacernos nuevos planteos…

VerQuéOndaI)Ver Qué Onda es un colectivo de investigación y escritura sobre lo escolar. Está integrado por Ignacio Gago, Leandro Barttolotta, Andrés Fuentes y Analía Conca. Desde su conformación difunde sus textos en un blog verqueondaeducacion.blogspot.com y publicó un cuadernillo digital. Todxs ellxs son sociólogos y docentes de diversas materias, y forman parte de diferentes espacios de investigación y trabajo con jóvenes. A partir del 2015, sus integrantes en conjunto con Silvia Duschatzky armaron la propuesta del Curso Pedagogía Mutante. Preguntas comunes, inquietudes y experimentaciones diversas fueron acompañando esta alianza que derivó en la propuesta virtual y semipresencial: –Desde hace algunos años que nos juntamos a pensar y escribir sobre lo escolar. Trabajamos en escuelas secundarias, terciarios y sentimos la necesidad de empezar a poner en palabras aquello que nos encontrábamos allí; encontramos en la docencia no sólo un ámbito de trabajo sino un territorio de investigación. Por eso decimos que la escena de investigación necesita ser conquistada. La escuela es nuestro trabajo (con todo lo que ello implica en términos de energías, tiempos, tareas) y desde ahí, pensamos, indagamos, escribimos. Es una escritura que, como un balbuceo, va tomando nota de aquello que vemos en la escuela, en el aula, el pasillo, la sala de profesores… dándole vueltas a la pregunta por el lenguaje escolar, por cómo se habita un aula hoy, cómo nombrar lo que como docentes vivimos en la cotidianidad. Una pregunta común, que nos convocó a seguir trabajando sobre esa incertidumbre. ¿Cómo nombrar eso que muta permanentemente, que se nos escapa a la hora de usar las palabras que tenemos a mano?

VQO: Por eso nosotros decimos que una pedagogía mutante no sería pedagogía de lo alternativo, sino de lo clandestino. Aquello que sigue una cosa que permanentemente se está moviendo; y que evita esas capturas y esas visibilizaciones escolares, burocráticas. Ese es el punto de partida desde el cual empezamos a escribir. Diarios caóticos, fragmentarios, alocados… Empezamos volcando cada uno en su computadora todo lo que le pasaba, tratando de utilizar el lenguaje para procesar de otra manera un montón de afecciones escolares. La escritura siempre fue un intento de robar algo de lo que era ese tiempo escolar normativizado por un montón de reglas. Sacar algo, de manera clandestina, de lo que pasaba en ese tiempo que estábamos habitando. Hay una apuesta por extrañar el lenguaje escolar más tradicional, el que se “habla” en la escuela: el lenguaje del diagnóstico, el informe…

VQO: Nos parece que por ahí se puede empezar a pensar lo mutante. Viendo cómo uno aloja permanentemente un montón de fuerzas e inquietudes que están en el ambiente y a las que la misma institución no les da lugar y no permite que se puedan pensar estas cuestiones. Es en este sentido también que hay que pensar, trabajar, escribir interrogando e interrogándose sobre la coyuntura, la actualidad; cuando hay mayor presión, mayor “verdugueo” laboral, mayor precariedad, es mucho más difícil sostener un estado de experimentación. Es interesante cómo se ponen en diálogo determinadas fuerzas y variables… y nuestros cuerpos ahí tratando de habitar esa situación.

Cursante: Es tensionante como dicen…. Por un lado está todo lo que uno tiene en mente, lo pensado en grupo, pero después está todo lo otro, que es una presión; y tenés que estar ahí lidiando con esas tensiones. Después también está el pensamiento rígido con el que te encontrás. Hay gente más abierta, y gente menos abierta a esto de correrse…

VQO: Sí, y a veces la tensión es también con determinados desplazamientos y aperturas que terminan institucionalizándose y siendo cooptadas por la lógica escolar. Que sea una pareja pedagógica, o un trabajo por proyectos, o cualquier intento de abrir algo distinto si es tomado por la institución para regularizar una situación y encorsetarlo en una lógica escolar, termina en última instancia impidiendo esa experimentación que se proponía. Entonces es todo mucho más complejo. No es sólo pensar en salir de la lógica grupo-docente, salir del rol, etc. Hay que ver cómo eso termina habitando ese territorio que es la escuela, que es muy complejo y depende de un montón de variables.

VQO: Notamos que todo el tiempo hay una contaminación entre lógicas, entre distintas estrategias, saberes, lenguajes… Nosotros pensamos también a través figuras, que son como figuras de pensamiento y de problemas (de allí los distintos tipos de lógicas del aula, de figuras de docente, imágenes, etc.). Pero no como para que esa búsqueda o esos lenguajes se transformen en una moral, ni en una jerga. Hay una decisión de buscar, en cada tensión y cada problema que aparece, la manera de no quedar atrapado, y ahí nos sirve el arquetipo o la figura para pensar, o la experimentación con cierto tipo de escritura, o la apelación a saberes menores, por decirlo de algún modo.

VQO: En eso que decís queda abierta una pregunta muy interesante: ¿cómo pensar un problema, o encontrar puntos en común sin generalizar? Uno puede encontrar puntos en común; pero cuando uno generaliza, se pierde la potencia, la fuerza. Restar potencia es sacarle a un cuerpo la capacidad de acción que tiene para hacer cosas con las cosas que lo rodean. Pensemos cómo funciona el punto de vista del lenguaje escolar, que no hay mayor generalización que el imperativo moral de los directivos cuando piden individualizar o personalizar un diagnóstico de un aula. Vos estás personalizando, pero lo que estás haciendo es una generalización, porque estás inscribiendo un determinado estereotipo, una etiqueta en algo que lo abstrae y aliena a ese cuerpo de lo que puede en esa situación concreta. Uno puede hacer una diferenciación entre no generalizar pero sí buscar conexiones, y al mismo tiempo el problema de personalizar, despersonalizando más que nunca…

C: Es que se trata de vivir en la incertidumbre. ¿Por qué tratás de zafar, por qué te quedás quieto, por qué tratás de buscar una respuesta? Porque ahí estás tranquilo. Entonces, más allá de la precariedad, hay una necesidad de… es complicado vivir en la incertidumbre. En nuestro trabajo, todos los días puede pasar cualquier cosa. Y si el perfil del docente está preparado para ir “voy esto, hago esto, busco este resultado, evito…”, se complica.

C: Es un tema de comodidad. Lo conocido te da más comodidad, y cuando uno sale de eso, sentir la incomodidad…

VQO: Es buena esa imagen, porque uno puede habitar también una comodidad sufriente, dolorosa, que le hace mal, pero de todos modos se queda ahí. Hay que tener cuidado con cierto modo voluntarista que inevitablemente se cuela cuando uno habla de salir de la zona de confort. Todo el mundo habla de eso. En realidad, no es tanto un gesto voluntario la salida de esa zona, sino más que nada tratar de aliarte a una fuerza que te saca, que te empuja. Te saca para un lugar, y te obliga a hacer algo con esa fuerza que te sacó. No sería tanto decir “bueno, acá estoy cómodo”. Sino que en algún punto es inevitable.

VQO: Por otro lado, es verdad lo de la angustia que genera la incertidumbre, pero a su vez habría que ver cómo de manera perversa se asimila cierta subjetividad que vive en la incertidumbre, en la precariedad, y en estas rutinas enquilombadas en las que vivimos. Porque no es esa incertidumbre ontológica, es una incertidumbre más cercana a un fatalismo, a creer que todo lo que viene va a ser una cagada, va a ser peor, y casi todo lo vas a tener que resolver vos, y vas a tener que lidiar con eso. Quizás más que incertidumbre se trata de un caos regulado y metido en cierta normalidad precaria. Puede pasar cualquier cosa, pero todo lo que puede pasar, lo vas a tener que resolver desde tu posicionamiento, y desde tu cuerpo, y desde tu malestar. Entonces ahí hay algo para investigar cuando tiramos ese enunciado, pensar cómo se sostiene hoy.

C: Me parece que también hay un fuerte posicionamiento de “resistir”, y no ser funcional a veces con este discurso de “está buena la incertidumbre porque nos hace estar todo el tiempo pensando, cuestionándonos, investigando…”. Esto sirve para muchos discursos que dicen “adaptate, y si hay fracaso, es culpa tuya. Vos tenés que transformar la situación para que las cosas mejoren, disfrutá de la incertidumbre…”.

VQO: Sí… Y también puede ser funcional a discursos de flexibilización laboral, precarización, etc. El “tenés que habitar la incertidumbre” puede ser de lo más perverso.

Ese es el peligro al que hay que estar alerta, y es uno de los ejes que mencionábamos al principio, acerca de cruzar las búsquedas (pensamiento, escritura, estrategias) con la coyuntura, con el presente. Que estemos abiertos a la experimentación, a leer las mutaciones, no necesariamente se traduce en una adaptabilidad desproblematizada al cambio. No es lo mismo. En última instancia son recursos, estrategias, que tenemos para sobrevivir en este contexto específico y en otros contextos también…

VQO: Adaptarse, dejarse llevar, ser fluido… Son también el “lenguaje de época” (del mercado y la flexibilización). Y hay que ver qué eficacia tiene todo eso, más allá del uso cínico o perverso. Una cosa es adaptarte y dejarte fluir; pero otra cosa es ver qué fuerzas operan en una situación y reconocerlas, amoralmente, como para que tu creación o tu intervención sea más eficaz. Entonces ahí hay un juego donde uno también tiene que poder copiar y leer ciertos discursos y traerlos también para su propia estrategia. Cuando el discurso de la fluidez es gobierno, uno tiende a ponerse más rígido. Y eso puede también ser una trampa.

VQO: La apuesta es juntar la cartografía con la intervención, porque si no quedan alejadas y se restan potencia, y el lenguaje se vuelve jerga. Hay un punto donde si habitás en serio esa cartografía y esas afecciones, desde ahí tiene que salir la idea de transformación, y la guía de acción. No desde un afuera. Lo que pasa es que habitar ese momento no es esperar a que llegue, porque tampoco es voluntario…

No es que uno llega a una sala de profesores tomada por la furia o el desgaste, y las paritarias que no cierran, y dice “vamos a cartografiar”, “vamos a mutar”… La idea sería cómo poner en funcionamiento muchas de esas cosas en relación a eso que va pasando. La coyuntura también muta.

C: Yo estaba como psicólogo en la escuela y este año retomé como directivo… A mí lo que más me enriquece es formarme, tomar nuevos elementos para trabajar lo cotidiano. Porque lo cotidiano es muy aplastante. Frente a los problemas que siguen apareciendo en la escuela, se trata de generar nuevas formas de pensar y resolver situaciones. La ley de educación actual tiene margen de trabajo, lo cotidiano es lo que te aplasta…

C: Las capacitaciones a mí me ayudan a poder moverme. Porque con todo esto, ¿qué hacemos hoy? Quizás te piden en la escuela eso de “dar la respuesta”. Y yo en las reuniones les digo a los profes “no sabemos si esto que hacemos va a ser la respuesta”. Pero lo importante es que hagamos con lo que tenemos.

VQO: Nos gustaría retomar en este sentido dos cuestiones: una es desde dónde se piensa una intervención. No es lo mismo si la pensamos desde un lugar exterior o previo, que si podemos leer un territorio, un mapa, una situación y buscar una línea de acción. Y en relación a eso, como decías vos, en determinadas situaciones se habilitan ciertas grietas para ensayar otras cosas. Pensando en esas dos opciones es que podemos corrernos un poco de la impotencia. Y ensayar qué podemos hacer desde el contacto directo con los pibes, ver qué otros espacios se pueden abrir. Si nos quedamos sólo en la institución, el Ministerio, la normativa, corremos el riesgo de encerrarnos a la imposibilidad.

VQO: Es muy interesante eso de que quizás la ley te da margen para operar, pero lo que te acota es lo cotidiano. Hay que tener en cuenta esa tensión, es un eje interesante la relación entre la institución, la normativa, el reglamento, y lo real, el cotidiano, lo que podemos desplegar nosotros, la intuición, etc…

VQO: Por otro lado, no se trata de una dicotomía cerrada: lo cotidiano también tiene sus normas, sus referencias de comportamiento. Hay siempre un primer gesto de desplazamiento: ¿a qué le da legitimidad uno? Si le da legitimidad a ese tipo de reglas, o le da legitimidad a las normas que salen de los propios cuerpos.

Si pensamos en la cartografía, podemos pensar en que las normas de lo que efectivamente pasa acá son las que mandan. Ese puede ser un primer gesto. No para automáticamente acoplar con “lo que hay”, pero sí para no ir abstractamente “contra” algo sino “a partir de”. Para saber, a partir de las normas, lo que pasa acá.

VQO: Otro punto es salir del “fetiche” de la ley, y pensar desde qué lugar se escribió, qué funcionarios, incluso desde un buenondismo bien intencionado, pero que quizás ya estaban muy alejados sensiblemente de lo que pasa en una escuela actual. Quizás con esos márgenes que da la ley, no está contemplada esa cotidianeidad al momento de escribirla. Esta batalla entonces entre ciertos realismos escolares. Cómo hacer para imponer a esas fuerzas más oscuras que toman la cotidianidad de una sala de profesores, de un pasillo escolar, otro tipo de fuerzas que sean reales y desde las cuales las leyes que se promulguen logren encarnar mucho más fácil. Aunque sean minoritarias esas posiciones en la escuela, pero que puedan encarnar. Y que no estén hechas, como muchas veces pasa, desde una lejanía que después se cobra sus costos. Inclusive cuando esa lejanía sucede con cuerpos que habitan la escuela.

Notas al pie   [ + ]

I. Ver Qué Onda es un colectivo de investigación y escritura sobre lo escolar. Está integrado por Ignacio Gago, Leandro Barttolotta, Andrés Fuentes y Analía Conca. Desde su conformación difunde sus textos en un blog verqueondaeducacion.blogspot.com y publicó un cuadernillo digital. Todxs ellxs son sociólogos y docentes de diversas materias, y forman parte de diferentes espacios de investigación y trabajo con jóvenes. A partir del 2015, sus integrantes en conjunto con Silvia Duschatzky armaron la propuesta del Curso Pedagogía Mutante. Preguntas comunes, inquietudes y experimentaciones diversas fueron acompañando esta alianza que derivó en la propuesta virtual y semipresencial

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