por Luciana Grande y Sergio Lesbegueris

Un profesor es interrumpido por una alumna mientras “diserta” sobre las condiciones socio-históricas en las que se inscriben las palabras. Su tono genérico parece inquietarla: “todo bien, pero usted cómo describiría al negro? ….al negro, no de piel, al negro de alma… al chorro”I)Pregunta extraída de una clase en una escuela secundaria, en el marco de una conversación sobre el lenguaje y las palabras..
Estamos en el aula, tomamos la posta del profesor interpelado. No queremos arrimar respuestas que anudan el buen sentido. Preferimos apostar a un juego de voces. Traer al negro de alma y hacerlo hablar. Perlongher nos asiste.

¿Cómo describiría al negro de alma?
Vitrinas impecables, forros bordados, mesas de lustroso ébano donde no es posible reconocer las huellas delebles de un dedito, acuarios mórbidos, pero que resplandecen en su limpidez detergente, sillones de blanco revestimiento sobre los cuales ni siquiera es recomendable dejar caer las sombras de estas páginas (es que las letras pueden desteñir y macollar la pulida superficie)II)Fragmentos extraídos de: Perlongher, Néstor. “Prosa plebeya”. Editorial Excursiones..

¿Usted cómo describiría al negro de alma?
Allá afuera, en la calle, masas de nómades tirados en la basura se pudren entre nubes de smog y detritus deletéreos. Pero, una vez transpuestos los umbrales del vestíbulo (los edificios burgueses pasan por un alucinante “devenir prisión”) “toda suciedad será castigada”, se entra en el dominio de lo pulcro: “cada cosa en su lugar, cada lugar en su cosa”. Nace el orden en el interior del hogarIII)íbid 2..

¿Usted cómo describiría al negro de alma?
Abandonado a las moscas el espacio público, la blanca pureza del rigor fulgura en la privacidad del depto. Retiro a la interioridad de la casita del caracol, relacionada con la tendencia contemporánea de cerrar narcisísticamente la vida en los problematizados límites de un ego y de un cuerpo personal. Distinción en la homogeneidad que mide en su campeonato de minucias la posición de los pocillos, la aritmética de los discos, la transparencia de los cristales. (…)

Micropolitica del espacio residencial… Proliferación de una parafernalia de productos destinados a producir en el paraíso doméstico la ilusión de una infinita asepsiaIV)íbid 2..

¿Usted cómo describiría al negro de alma?
Uniones arrebatadoras, casi orgiásticas, de cuerpos que se entrelazan, dejándose llevar por la irresistible percusión de un batuque; expresión de la carnalidad que irrumpe… ritmo de roces… rutina cotidiana de los gestos… No sería el negativo de la lógica dominante, sino la positividad de otra lógica… una manifestación de toda una estrategia diferente de producción de deseo, que escande y perturba constantemente el tejido social.
Desintensificados, los territorios existenciales se van a constituir apenas a partir de lo que es propuesto al ojo… Las sensaciones, lejos de obtener materias de expresión que las mantengan vivas y potentes, quedan sofocadas bajo las modalidades de expresión erigidas como legítimasV)íbid 2..

Negro de alma o alma que exuda cualquier esbozo de existencia que se le escapa a la obviedad.

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Notas al pie   [ + ]

I. Pregunta extraída de una clase en una escuela secundaria, en el marco de una conversación sobre el lenguaje y las palabras.
II. Fragmentos extraídos de: Perlongher, Néstor. “Prosa plebeya”. Editorial Excursiones.
III, IV, V. íbid 2.