Huellas en el agua

“Si los ríos y los mares son superiores
a los arroyos,
es porque saben mantenerse siempre más abajo
que éstos.

Por eso reinan sobre ellos”
“No hay nada en el mundo entero
más blando y débil que el agua.
No obstante, nada como ella
para erosionar lo duro.
El agua no es sustituible.
Lo débil vence a lo fuerte
y lo bueno a lo duro,
todos lo saben en la Tierra,
pero nadie es capaz de ponerlo en práctica.”
(Lao Tsé)

Mientras leía el texto de Sergio y Diego fueron apareciendo distintas palabras que me llevaron al agua: deriva, flujo, navegar, estancamiento, perforar, nutrir, impulso vital, fuerzas, energía, potencia. Algo me levantó de a silla para ir a la biblioteca en busca del Tao Te King, de Lao Tsé, y un libro que me recomendó hace unos años A. J. Valle, Tratado de la eficacia, de F. Jullien, en el que se encuentra un suculento capítulo titulado Imágenes de agua.
¿Se puede pensar al CFP 24 (y/o a cualquier escuela) en clave “acuosa”? Veamos qué ocurre mientras este texto se va desplegando….
La filosofía oriental ha enaltecido al agua durante milenios. No sólo por su condición básica para el desarrollo de cualquier tipo de vida, sino que además ha dado gran valor a sus atributos; sólo por nombrar algunos: la fuerza, la adaptabilidad, sus infinitos movimientos y velocidades, sus idas y vueltas o la posibilidad de cambio constante sin perder por eso su esencia: el agua es agua tanto en un arroyo, un río un océano o como parte del rocío que cae de madrugada.
Escuela tradicional, escuela vitraux, escuela retazos, escuela de humo, escuela galpón, escuela situación, escuela constelación, escuela de barro, escuela experimento, escuarrio: ¿cuántas maneras de ser existen para una misma escuela? ¿Puede una escuela ser distintas escuelas al mismo tiempo o asumir determinadas particularidades en una situación precisa? ¿Cuándo su existencia está cargada de movimiento, fuerza y vitalidad, cuándo se estanca?
Muchos son los autores que remiten a esta época como una época “líquida”, ya sea desde un punto de vista social, filosófico, antropológico, hasta biológico. La rigidez sería una condición que poco lugar tiene entonces dentro de la ecuación, y algo del desfondamiento de las instituciones que nos daban sustento “obliga”, por decirlo de alguna manera, a las escuelas a replegarse y encontrar su sentido, su fundamento, hasta su propia razón de existir si es que desean superar el estancamiento.
Lewcowicz decía que si las instituciones estatales ya sabían de antemano, la característica que define a las instituciones fluidas es su capacidad de pensar y pensarse. Pareciera que a lo largo de su camino, el pensar es una de las claves para el CFP 24. Porque el pensar-se y el pensar-nos es movimiento, y movimiento es vitalidad, es búsqueda, es inconformismo, profanación. Sergio y Diego nos cuentan que la base misma de la expresión formación profesional se pone en tela de juicio. Hacer escuela en situación es, entre otras cosas, no sólo concebir a la formación profesional como modo de ganarse la vida (amén que cuando uno hace lo que le gusta, además gana vida) sino también como posibilidad de hacer que las cosas sucedan a nivel personal, comunitario y autogestivo. Que el trabajo tenga un sentido, un verdadero por qué y para qué. Una necesidad de la comunidad (por ejemplo camillas para un hospital o una instalación de luz en un centro de jubilados1) puede ser para el CFP 24 lo mismo que para el agua implican las pendientes: la potencia está en el potencial de la situación. La necesidad de la comunidad y la pendiente funcionan como facilitadores de condiciones necesarias para que se desplieguen esas fuerzas. En el caso de ambos, institución y líquido, parece que la situación y la pendiente son catalizadores de lo que pueden lograr. Cabría preguntarse entonces si la fuerza realmente está concentrada en la escuela y que la escuela hace uso de ella; o si son las situaciones, muchas de ellas imprevistas, las que portan la fuerza de la que dispone la escuela. La vieja sabiduría oriental (artes marciales incluidas) aconsejaba no gastar la propia energía y en cambio utilizar la de la situación (o el adversario) en beneficio propio.
De pronto el agua, que se movía entre rocas estrechas río abajo a toda velocidad, se encuentra con un gran piletón, para luego escaparse entre peñascos, volver a formar un río y llegar al ancho mar… Luego de tanto viaje (que no es un final sino sólo un punto en el camino) me pregunto: ¿Qué forma tiene el agua? Esta pregunta puede ser engañosa ya que no está referida a su composición u organización molecular: basta traer a la memoria alguna clase del secundario sobre química para recordar cómo se organizaban los dos átomos de Hidrógeno con el de Oxígeno (para los que se la hayan olvidado, cualquier buscador en internet puede ayudarlos). Mi pregunta en relación al agua, ya como conjunto de moléculas, es imposible de contestar a menos que ensayemos la siguiente respuesta: Dependerá del recipiente que la contenga; en palabras de Jullien, “la forma del agua no está en el agua, sino que ella proviene del relieve”. Volvamos entonces a las escuelas: el CFP 24 no parece estar dado ni por sus paredes ni por moldes escolares tradicionales: el edificio (alguna vez escuché del propio Sergio) “se derrama”, y su forma pasa a implicar otros espacios, algunos más cercanos, otros más lejanos. El territorio del CFP no parece estar del todo definido: va hasta la provincia de Misiones o cruza la calle, se vincula cara a cara en una milonga o a través de su canal en YouTube. Se adapta a las circunstancias; y si es necesario tomar la calle…. bueno, ahí vamos! ¿Qué pasa con una escuela que tan fuertemente define su contorno, al encontrarse con situaciones que le exigen modular, romper su molde? ¿Qué energías implican forzar un movimiento (o quebrarse dada la rigidez), o al revés, estar disponibles naturalmente a “deformarnos”? Y dentro de ese territorio que a veces se vuelve difuso ¿Cuánto de lo que acontece entre las subjetividades actuales cabe en el molde estándar de una escuela? ¿Y cuál es el molde docente si al entrar al aula no se distingue del estudiante?
Me quedan muchas preguntas en el tintero… busco el modo de cerrar esta experiencia de lectura pero se me viene la imagen del agua y su infinitud…tal vez no se trate tanto de encontrar respuestas sino de intentar cartografiar lo que podría llamarse una “escuela de agua”.

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